“Morir a sabiendas” es el título de un poemario del poeta Manuel Serrano Pérez publicado en 2002 por la UNT. El recordado y querido amigo Manolo -que nos dejó a sus 98 años, en 2015- hoy viene en mi auxilio porque utilizo su esquema del título, con una cruel modificación que sugieren las guerras que padecemos. Sí, desde lejos, padecemos la de Rusia-Ucrania y la de Israel-Hamas.
Matar a sabiendas
Los terroristas de Hamas, integrados en la Brigada Ezzedin Al-Qassam, el fatídico 7 de octubre pasado irrumpieron con determinación, violencia y sorpresivamente en el sur de Israel. Su accionar fue de una crueldad inimaginable contra la población y hasta de un núcleo de participantes en un festival musical. Con los niños, particularmente, desataron una furia criminal espantosa. Matar a sabiendas de sus resultados. Nada de “efecto colateral”, esa muletilla que se utiliza frecuentemente para liberarse de responsabilidades quienes desparraman muerte. Esa recurrencia de los guerreros que osan disculparse, frente a sólidas evidencias en contra.
Las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel), con su invasión por aire, mar y tierra en Gaza, desplegó artillería de todo tipo y calibre. Provocó destrucción de infraestructura de servicios y habitacionales. Generó, a la vez, desplazamientos proclamados como preventivos de poblaciones enteras. Y lo hacían de uno a otro lado. Siguiendo esas advertencias del atacante o por iniciativa propia o por temores a bombardeos de las FDI informados por el gobierno de Hamas. A veces huyendo de la destrucción y los riesgos ciertos de muerte. Los soldados Israelíes no mataban a los niños, “a sabiendas”, entre otros gazatíes. Pero sí suponían, naturalmente, como militares entrenados, que su accionar guerrero de ataque o defensa seguramente mataría a niños entre es densa población de Gaza.
En suma, conviene reiterarlo: los niños israelíes asesinados el 7 de octubre, junto a las demás victimas de ese luctuoso día lo fueron, sí, deliberadamente. A sabiendas de los terroristas palestinos de Al-Qassam.
Los miles de niños gazatíes, a sabiendas que podían morir, aunque no se quisiera.
Los números de sangre
El jueves último se informó desde el Ministerio de Salud en Gaza que el total de palestinos muertos era de 21.300. De entre ellos cerca de 9.000 eran niños. Los heridos, por otra parte, superaban los 50.000. Si bien estas cifras para el presidente de los EEUU John Biden no eran creíbles, sin embargo las agencias humanitarias internacionales se pronunciaron sobre este aspecto y aseveraron que las cifras respondían a la realidad. En suma, eran fiables.
Los enemigos británicos
Uno de los hombres más influyentes y activos que tuvieron los judíos en su larga gestión para constituir el estado de Israel es, sin dudas, Menajem Beguin. Toda su gestión fue estar al frente del Irgún, una formación militar clandestina con una misión concreta: alzamiento militarizado contra las fuerzas británicas del mandato de la Sociedad de las Naciones en Palestina.
Casi todo arranca con la “Declaración Balfour”. Carta del ministro de exteriores de Gran Bretaña al dirigente judío Lord Rothschild. En parte de la breve carta se lee:
“El Gobierno de Su Majestad contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uno de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de ese objetivo, entendiéndose claramente que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina…”.
Ya antes, mucho antes de la Resolución 181(II) de “Partición de Palestina” desde la ONU, de 1947, se reconocían los derechos de los “no judíos” en ese territorio palestino. Un antiguo territorio que formaba parte del imperio otomano, desarticulado en la primera guerra mundial. Y desde 1922, con el sistema de “mandatos”, Gran Bretaña recibió la condición de mandatario sobre Palestina por la Sociedad de las Naciones, esa antecesora de la ONU. En el período 1922-1947 se concretaron las primeras inmigraciones de judíos que se originaron en gran medida en la Europa del Este. La persecución nazi desde la década de 1930 incrementó el oleaje inmigratorio desde Europa, donde la judeofobia instaló sus repulsivas discriminaciones.
Terrorismo judío
Es entonces contra el ocupante militar británico donde para los judíos se origina la gran lucha clandestina. Los árabes residentes en la “Palestina bajo mandato británico” no eran el principal enemigo de los judíos cuyo derecho a “Eretz Israel” procuraban alcanzar por vía violenta desde el Irgún, el ejército clandestino dirigido por Menachen Beguin.
En el capítulo IV, “Luchamos luego existimos”, de su libro “La rebelión” *su autor, primer ministro de Israel (1977-1983) y Nobel de la Paz 1978 escribía: “Dos hechos predominantes determinaron la situación del pueblo judío en la época culminante de la Segunda Guerra Mundial. Hitler exterminaba a millones de judíos en Europa y –a pesar de esto- Gran Bretaña continuaba manteniendo las puertas del “hogar nacional” judío herméticamente cerradas contra los judíos”.
A lo largo de casi 350 páginas Beguin describe la razón y los pormenores de la lucha clandestina contra Gran Bretaña. Incluyó hechos terroristas como la masacre de un poblado cercano a Jerusalén Deir Yassin (abril de 1948) y el atentado con bombas a la sede del comando militar británico en Jerusalén. Era un ala del Hotel Rey David destruida por bombas colocadas en el subsuelo en julio de 1946 y que causó 91 víctimas mortales. Los británicos eran llamados por los judíos el Alto Mando de ocupación.
La Shoá
En una carta al director en LA GACETA titulada Amenaza bélica (21.09-2017) debí responde por ese medio a un lector (abogado) que llegó a manifestar anteriormente, en una carta de lectores “nunca leí que haya condenado el Holocausto judío”. Sólo debo expresar que aun de tanto leer sobre el tema nunca había tenido una oportunidad tan excepcional como la que pude alcanzar cuando invité (en el año 2004) al programa de radio “Paz en el mundo” por Radio Universidad a un sobreviviente de Auschwitz, Jack Fuchs. Plasmó sus experiencias en un libro que vino a presentar en Tucumán**. Escuchar frente a frente a este hombre calmo y reflexivo de 87 años, uno de los pocos sobrevivientes de Auschwitz, fue una experiencia única y conmovedora. No había odio en sus palabras. Sólo la determinación, como un mandato de vida, de vocación, de transmitir su experiencia y la de todos que sufrieron esa perversidad del nazismo. La dedicatoria que escribió en su libro, que me obsequió, decía: “…su trabajo tan importante para la raza humana. Le deseo mucho éxito. Con consideración y respeto. Jack Fuchs”. Una experiencia única la de haber conocido a este judío sereno, sin resentimientos, sólo con la idea de empezar día a día la vida.
(*) LA REBELION – de Menachen Begin. Historia del Irgún (La historia interna del levantamiento de un ejército clandestino contra las fuerzas británicas en Palestina). PLAZA & JANES S.A. Primera edición 1978-Barcelona.
(**) TIEMPO DE RECORDAR. Elaborado con la profesora y licenciada en Historia del Arte Liliana Isod, la obra repasa la valía del testimonio, de la memoria y de la voluntad de vivir, a través de su experiencia e historia de vida de Jack Fuchs.